martes, 14 de diciembre de 2010

LA POESIA PARA EL TIMPO LIBERADO

RECUERDO INFANTIL
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
Antonio Machado.
SOLEDADES

TIEMPO LIBERADO Y OCIO

. Ocio y realización personal
Algunos teóricos gustan de manejar el trinomio tiempo libre, tiempo liberado y ocio. El tiempo libre sería aquél que no dedicamos a una actividad reglada y sujeta a horario: asistir a clase, comer, trabajar, etc.
El tiempo liberado vendría a ser aquella parte del tiempo libre que acotamos y que invertimos para dedicarla a nosotros mismos y a lo que nos gusta. El tiempo liberado sería como un envase precioso en el que introducir algo que nos gusta o interesa mucho: nuestro ocio.
Ocio es la realización de actividades que desarrollan nuestra imaginación y nuestras capacidades, que nos hacen disfrutar y que nos divierten.
Del tiempo libre seleccionamos una parte a la que llamamos tiempo liberado para dedicarla a nuestro ocio.
Existen muchas definiciones de ocio, todas tienen algo bueno, pero nos parecen necesariamente incompletas. Vamos a exponer, paradójicamente, la más corta ya que nos ha parecido la más certera. La formuló el senador, filósofo y ensayista romano Marco Tulio, a quien llamaban «Cicerón», es decir, «garbancito» porque pequeño de cuerpo y grande de espíritu. Cicerón definió «ocio» como «Otium cum dignitate», cuya traducción ligeramente libre vendría a ser «libertad con dignidad», que contiene la almendra y la síntesis de definiciones mucho más complicadas y pedantes.
Hemos de rechazar con firmeza la idea de ocio como pasividad y rutina y, lo que quizás sea más difícil, desvincular con argumentos sólidos «ocio» de «consumismo».
El ocio es disponibilidad para hacer lo que nos gusta, capacidad de elegir, entre diversas opciones, la que más nos agrada en ese momento y una oportunidad de gran calado para enriquecernos individual o colectivamente.
El ocio debe ligarse a la idea de actividad física o mental. Existen, como es lógico, diversos grados de actividad.